lunes, 1 de septiembre de 2008

El pueblo que quería comer carne y votaba leones herbívoros


Retomando y deformando lo señalado por LoTrunco en el post “¿Las cosas son puntos de vista?” debo decir que ayer tuve la oportunidad de ver la película "Melinda and Melinda" de Woody Allen. El núcleo de la película habla sobre dos escritores que ante la oportunidad de contar una historia toman caminos distintos, frente a la potencialidad de una escena uno de ellos pretende ver allí la posibilidad de una comedia, el otro no ve más que los elementos de una tragedia. Una misma escena, puntos de vista diametralmente opuestos.
No hay signo más evidente de la tragedia sucedida hace más de 30 años que Aníbal Fernández hablando de que Cristina Kirchner es el cuadro más importante de los últimos 50 años. La derrota es manifiesta, celebrada impunemente por los arribistas.
Pese a esto, a la evidencia de la derrota, los errores de hoy en día son similares a los cometidos con anterioridad. Se pretende construir desde el discurso una totalidad inexistente en la realidad, luego se cree que la construcción discursiva corre pareja con la construcción real, luego se toman acciones reales sobre la base de datos ficticios, luego la realidad es reaccionaria, el análisis sobre esta ambigüedad es cero.
Leí dos notas dedicadas a aquellos que firman en el espacio denominado “Carta Abierta”. No soy muy amigo de sus ideas pero lo escrito por Sebreli me pareció en algún grado atinado, sobre todo cuando señala la paradoja en la intención de crear un pueblo escribiendo para una elite. Luego está la columna de Quintín.
La cuestión que me interesa es esta: ¿son conscientes quienes inventaron el “clima destituyente”, el surgimiento de la “nueva derecha”, los “intelectuales” que avalaron y avalan tal construcción, de que no son representativos de toda la sociedad pero que su versión acrítica de los hechos conformó una base necesaria para que los Kirchner llegaran al extremo de pensar en irse, pasándose por el traste la voluntad popular de las urnas de la que tanto hablaban?. Con su estupidez, o lectura interesada de la realidad, le abrieron las puertas al regreso de lo peor, en el capricho infantil de que las cosas son como ellos piensan y quieren o que los pobres, los desfavorecidos, aquellos por quienes ellos dicen escribir, aquellos de quienes dicen recibir sus votos y a quienes dicen defender se pueden joder por no acompañar el proceso, por no entender, cuanto peor mejor. ¿Tras la derrota en el Senado hicieron algo por solucionar las asimetrías que existen en el campo argentino entre pequeños y grandes productores? Escuché al imbécil de Aliverti hablar casi feliz de las quejas de la FAA y los pequeños productores. Eliminar la 125 era quitar el obstáculo (no dinamitar el puente) para sentarse a definir una política agropecuaria nacional, algo que debe hacer el gobierno y no el mercado. Si el gobierno no define una política agropecuaria nacional, con un sujeto agrario (cosa que viene pidiendo hace rato la FAA), lo define el mercado. Aclarémoslo para que cuando vengan las consecuencias de este abandono, por la bronca que todavía no pueden digerir, no puedan hacerse los estúpidos.
La derrota se firmó el día que decidieron hablar de los ’70 olvidándose de hablar de los ’70, con una historia inventada, resignificada, simplificada para que fuera útil a los intereses políticos de la coyuntura. Ellos eran los buenos, Perón no los entendió, más tarde el pueblo no se plegó al movimiento revolucionario cuando se suponía que debía hacerlo, no los entendió, no entendió el suicidio, se replegó a lo cagón.
“Volvimos”, decía Kirchner, ¿se preguntó Feinmann de dónde había vuelto el flaco al que le escribía?, ¿cuando hablaba de un flaco “como cualquier otro”, creando el personaje, desconocía que hablaba de un millonario, no sabía cómo se había hecho esa fortuna, no sabe cómo se hace hoy esa fortuna, creyó equivocado que ese abogado se había vuelto millonario firmando habeas corpus?. ¿Y si hubiese sido así, si hubiese escrito miles de habeas corpus, eso lo hace mejor que aquellos que no lo hicieron, los que "equivocados" no apoyaron a una organización de descerebrados que se cagaba en lo que querían los demás, los que no entendían que había que profundizar el cambio como fuera, esos a los que cobardemente les alcanzaba con Perón?
¿El pueblo no los entendió o ellos no entendieron al pueblo?. Hablan del pueblo como si se tratara de un león aletargado por el hambre que estaba, y está, esperando ver la sangre para levantarse y echar a correr.
Hoy parecieran volver a descubrir con asombro que la población es herbívora. De todas formas vienen corriendo, en bolas (quieren el poder por el poder, no saben qué hacer con él, no les importa) al igual que hace más de 30 años, con un pedazo de carne, te lo tiran por la cabeza y se quejan de que uno no lo come. Pero hay que ser pelotudos, casi me hacen reír, las tragedias tienen esas cosas.
Publicado por Eduardo Anguila en 16:10 |  

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